“Este mercado es mi vida”
Los domingos, aproximadamente a
la hora del mediodía, el Mercado de Abastos de la Zona Norte de Burgos se llena
de gente que busca los mejores productos del centro de la ciudad. Se forman
largas colas frente a cada comercio pero los que han madrugado ya salen con una
sonrisa y la compra hecha. Sin embargo, no todo lo que se vende aquí es comida.
Marta González saluda con una
sonrisa desde su puesto. Es la dueña de Flores y Plantas Mary, la única floristería del
Mercado de Abastos de la Zona Norte. Una vez en la terraza de un bar de Plaza
de España y junto a un café, Marta responde a las preguntas.
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| Marta González, dueña de la floristería. |
Pregunta. ¿Cuántos años lleva trabajando en el Mercado de Abastos?
Respuesta. Este mes cumplo 16 años en el negocio, sin embargo, éste
lleva más tiempo abierto. Mi
padre se hizo un hueco en el mercado hace treinta años.
P. En este mercado priman los productos alimenticios, es decir, la
propia floristería está rodeada por una carnicería y una verdulería a cada
lado. ¿Qué impulsó a su padre a abrir este tipo negocio?
R. En el fondo, tengo que
admitir que fue idea de mi madre. Puede que suene a película, pero mi padre
regalaba una flor o planta a mi madre prácticamente cada semana. ¡Y claro, ella
estaba encantada! Llegó un punto en el que mi padre abandonó su trabajo como camarero
para abrir su propia tienda. Poco a poco me fue enseñando y finalmente me quedé
con la floristería. Ahora la llevo junto con mi marido.
Los sentimientos afloran. Marta
se muestra contenta al recordar aquellos tiempos que le han llevado a su
negocio y estado actual. No puede ocultar un gesto de satisfacción mientras
narra la historia, incluso parece haberse olvidado de su café.
P. Parecían buenos tiempos, pero volviendo a la actualidad… ¿para
usted qué supone trabajar en el Mercado de Abastos?
R. Aunque no lo parezca a veces puede resultar un gran sacrificio.
La floristería tiene sus compradores
habituales, pero esto no siempre sirve para cubrir todos los gastos para
mantener a mi familia y al negocio. La crisis
está haciendo muchos daños en las tiendas pequeñas. Pero no todo es malo, hay
personas que hacen que sea llevadero como mi marido, los demás tenderos o la
gente que viene a comprar. En el fondo sé que este mercado es mi vida y no lo
cambiaría.
P. La crisis habrá repercutido económicamente en muchos comercios
del mercado, quizá hasta el punto de cierre. ¿Cree que esto también le ha
afectado a nivel personal?
R. Ha sido duro ver como algunos amigos han perdido el negocio con
el que llevaban prácticamente toda la vida y yo he tenido que estar ahí para
consolarlos. Al fin y al cabo, la economía siempre termina
afectando a nuestra vida en todos los aspectos.
En el rostro de Marta se refleja
la tristeza al recordar a sus compañeros cerrando sus negocios. La empatía es
palpable en el ambiente. Sin embargo, sostiene que en el mundo laboral de los
autónomos, en el que eres tu propio jefe, tienes dos opciones: “aguantar o
rendirte”.
P. ¿Cree que le podría ir mejor en un establecimiento fuera del
mercado?
R. Creo que no. A la floristería le favorece estar en contacto con tanta gente haciendo compras.
Si, por ejemplo, un joven llega buscando fruta pero además se marcha con un
ramo de flores o una planta para su novia, esto supone un beneficio para mí. Parece que a las personas todavía quieren plantas, yo todavía creo en el amor.
Esta última frase viene
acompañada de una sonora risa que demuestra lo mucho que Marta disfruta
observando a sus clientes mientras trabaja. Ella misma afirma que más que una
vendedora, pretende ser “una compañera para el comprador”.
P. Para finalizar, ¿cómo ve el futuro del pequeño y el mediano
comerciante?
R. No quiero ser pesimista pero preveo un futuro bastante negro.
Personalmente creo que cada vez las grandes empresas cubren mejor lo que
necesita una persona hoy en día y por ello la gente compra menos en negocios
pequeños. A veces me da la impresión de que ya no hay tiempo para estar
buscando lo mejor para el bolsillo y la salud. Las personas saben que, aunque
sea peor, en un centro comercial encontrarán desde una aspiradora hasta la
papilla del bebé. Yo animo a la gente a que intente vivir menos agobiada y a que
dediquen más tiempo a buscar lo que realmente conviene. Yo sé que los productos
que se venden en establecimientos pequeños están menos tratados y son más frescos que los que se
venden en grandes superficies. Estamos perdiendo la dieta mediterránea y los
negocios de autónomos también. Burgos no debería permitir que esto pase.
Seguramente el café de Marta ya esté frío pero ella lo
bebe de todas formas. Esta comerciante tiene las ideas claras, se levanta de la
mesa, se despide y va al encuentro con su marido que le espera en la otra punta
de Plaza de España.

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