23/5/13

Entrevista


“Este mercado es mi vida”


Los domingos, aproximadamente a la hora del mediodía, el Mercado de Abastos de la Zona Norte de Burgos se llena de gente que busca los mejores productos del centro de la ciudad. Se forman largas colas frente a cada comercio pero los que han madrugado ya salen con una sonrisa y la compra hecha. Sin embargo, no todo lo que se vende aquí es comida. 

Marta González saluda con una sonrisa desde su puesto. Es la dueña de Flores y Plantas Mary, la única floristería del Mercado de Abastos de la Zona Norte. Una vez en la terraza de un bar de Plaza de España y junto a un café, Marta responde a las preguntas.

Marta González, dueña de la floristería.

Pregunta. ¿Cuántos años lleva trabajando en el Mercado de Abastos?

Respuesta. Este mes cumplo 16 años en el negocio, sin embargo, éste lleva más tiempo abierto. Mi padre se hizo un hueco en el mercado hace treinta años. 

P. En este mercado priman los productos alimenticios, es decir, la propia floristería está rodeada por una carnicería y una verdulería a cada lado. ¿Qué impulsó a su padre a abrir este tipo negocio?

R.  En el fondo, tengo que admitir que fue idea de mi madre. Puede que suene a película, pero mi padre regalaba una flor o planta a mi madre prácticamente cada semana. ¡Y claro, ella estaba encantada! Llegó un punto en el que mi padre abandonó su trabajo como camarero para abrir su propia tienda. Poco a poco me fue enseñando y finalmente me quedé con la floristería. Ahora la llevo junto con mi marido.

Los sentimientos afloran. Marta se muestra contenta al recordar aquellos tiempos que le han llevado a su negocio y estado actual. No puede ocultar un gesto de satisfacción mientras narra la historia, incluso parece haberse olvidado de su café.

P. Parecían buenos tiempos, pero volviendo a la actualidad… ¿para usted qué supone trabajar en el Mercado de Abastos?

R. Aunque no lo parezca a veces puede resultar un gran sacrificio. La floristería tiene sus compradores habituales, pero esto no siempre sirve para cubrir todos los gastos para mantener a mi familia y al negocio. La crisis está haciendo muchos daños en las tiendas pequeñas. Pero no todo es malo, hay personas que hacen que sea llevadero como mi marido, los demás tenderos o la gente que viene a comprar. En el fondo sé que este mercado es mi vida y no lo cambiaría.

P. La crisis habrá repercutido económicamente en muchos comercios del mercado, quizá hasta el punto de cierre. ¿Cree que esto también le ha afectado a nivel personal?

R. Ha sido duro ver como algunos amigos han perdido el negocio con el que llevaban prácticamente toda la vida y yo he tenido que estar ahí para consolarlos. Al fin y al cabo, la economía siempre termina afectando a nuestra vida en todos los aspectos.

En el rostro de Marta se refleja la tristeza al recordar a sus compañeros cerrando sus negocios. La empatía es palpable en el ambiente. Sin embargo, sostiene que en el mundo laboral de los autónomos, en el que eres tu propio jefe, tienes dos opciones: “aguantar o rendirte”.

P. ¿Cree que le podría ir mejor en un establecimiento fuera del mercado?

R. Creo que no. A la floristería le favorece estar en contacto con tanta gente haciendo compras. Si, por ejemplo, un joven llega buscando fruta pero además se marcha con un ramo de flores o una planta para su novia, esto supone un beneficio para mí. Parece que a las personas todavía quieren plantas, yo todavía creo en el amor.

Esta última frase viene acompañada de una sonora risa que demuestra lo mucho que Marta disfruta observando a sus clientes mientras trabaja. Ella misma afirma que más que una vendedora, pretende ser “una compañera para el comprador”.

P. Para finalizar, ¿cómo ve el futuro del pequeño y el mediano comerciante?

R. No quiero ser pesimista pero preveo un futuro bastante negro. Personalmente creo que cada vez las grandes empresas cubren mejor lo que necesita una persona hoy en día y por ello la gente compra menos en negocios pequeños. A veces me da la impresión de que ya no hay tiempo para estar buscando lo mejor para el bolsillo y la salud. Las personas saben que, aunque sea peor, en un centro comercial encontrarán desde una aspiradora hasta la papilla del bebé. Yo animo a la gente a que intente vivir menos agobiada y a que dediquen más tiempo a buscar lo que realmente conviene. Yo sé que los productos que se venden en establecimientos pequeños están menos tratados y son más frescos que los que se venden en grandes superficies. Estamos perdiendo la dieta mediterránea y los negocios de autónomos también. Burgos no debería permitir que esto pase.
 
Seguramente el café de Marta ya esté frío pero ella lo bebe de todas formas. Esta comerciante tiene las ideas claras, se levanta de la mesa, se despide y va al encuentro con su marido que le espera en la otra punta de Plaza de España.

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